jueves, 26 de enero de 2017

PALABRAS



Siempre te han dicho que las armas las carga el diablo, pero pocas armas hacen más daño que las palabras. Piensas que es un cliché, o una exageración, pero las palabras hieren durante años y las balas, tan solo una vez.
Corroen la conciencia poco a poco y se instalan en tu mente apoderándose de sus resquicios, invadiéndola como un virus que ataca en silencio, a oscuras, a cualquier hora. Se aprovechan de tu sueño, de tus momentos libres, de tus defensas bajas. Acuden como un mantra, condicionando lo que haces.
Hay frases que recuerdas durante años palabra por palabra, como si te apuñalaran la cabeza; resuenan como las oraciones aprendidas de niños. Cuando crees que has olvidado, se deslizan por uno de esos huecos y de nuevo cierras los ojos, aprietas los dientes, sientes: la misma vergüenza, el enfado, la tristeza... Renace lo que dijiste, oíste, o escribiste.
Contra ellas no hay corrector que te salve, ni vacuna que te aísle, ni jarabe que las aplaque. Son la cara oculta del arma que inventó el hombre y que a algunas veces, fingiendo la dulzura que no tienen, se visten de poesía.

¡Hasta la próxima desconexión!